Envejecer el vino es tanto un arte como una ciencia. Mientras que los enólogos han confiado tradicionalmente en su intuición para determinar las mejores condiciones de envejecimiento para sus vinos, la ciencia moderna ha proporcionado una comprensión más profunda del impacto que la temperatura, la exposición al oxígeno y el tiempo tienen en el desarrollo de los sabores y aromas del vino. En esta publicación, veremos más de cerca la ciencia del envejecimiento del vino y los factores que influyen en él.
La temperatura es uno de los factores más importantes a la hora de envejecer un vino. Los vinos que se envejecen a una temperatura demasiado alta se volverán demasiado maduros y flácidos, con un sabor demasiado alcohólico. Por otro lado, los vinos que se almacenan a una temperatura demasiado baja se desarrollarán lentamente y es posible que no maduren adecuadamente, lo que resultará en una falta de complejidad y profundidad.
Château Margaux, por ejemplo, es un vino que se beneficia de un cuidadoso control de la temperatura durante la crianza. Este vino tinto de Burdeos generalmente se envejece durante 18 a 24 meses en barricas de roble, y las barricas se almacenan en bodegas subterráneas que mantienen una temperatura constante de alrededor de 55 °F. Esta temperatura más fría permite que el vino se desarrolle lenta y uniformemente, dando como resultado un perfil de sabor complejo y matizado.
La exposición al oxígeno es otro factor clave en la crianza del vino. Si bien es necesaria cierta exposición al oxígeno para que el vino madure adecuadamente, demasiada exposición puede resultar en sabores y aromas desagradables. Esto se debe a que el oxígeno puede reaccionar con los componentes del vino, provocando que se descompongan y se oxiden.
Opus One, una mezcla al estilo de Napa Valley Burdeos, es un ejemplo de un vino que se beneficia de una exposición limitada al oxígeno durante el envejecimiento. El vino se envejece durante 18-20 meses en barricas de roble francés, que se controlan cuidadosamente para minimizar la exposición al oxígeno. Esto da como resultado un vino con un perfil de sabor rico y complejo, con notas de cereza negra, cassis y vainilla.
Finalmente, el tiempo es quizás el factor más importante en la crianza del vino. Los vinos que se envejecen durante períodos más largos tienen más oportunidades de desarrollar aromas y sabores complejos, así como una estructura más suave e integrada.
Château d’Yquem, un famoso vino de postre de Sauternes, es un ejemplo de un vino que se beneficia de un envejecimiento prolongado. Este vino normalmente se envejece durante 3-4 años en barricas de roble antes de ser embotellado, y luego se puede envejecer en botella durante décadas. Con el tiempo, el vino desarrolla sabores de miel, albaricoque y caramelo, con una textura sedosa y deliciosa que no tiene paralelo en los vinos más jóvenes.
En conclusión, la ciencia del envejecimiento del vino es un tema complejo que involucra muchos factores diferentes, desde la temperatura hasta la exposición al oxígeno y el tiempo. Al comprender estos factores, los enólogos pueden crear vinos complejos, matizados y completamente agradables para beber. Ya sea que prefiera un audaz Cabernet Sauvignon o un delicado Riesling, no hay nada como un vino bien añejo para apreciar verdaderamente el arte y la ciencia de la elaboración del vino.